Nostalgia
Había arribado al puerto de Santos hacía apenas cuatro
días; pero aún sentía dentro de mí el balanceo continuo del barco que me había
alejado de mi familia.
Hacía mucho calor y yo seguía pensando en ellos. Me
descalcé la sandalia y lloré a la orilla de la playa.
No conocía a nadie en esa ciudad monstruosa. Mi
residencia era un inmenso cuartel remodelado, para acoger emigrantes llegados
de todas las partes del mundo.
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